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Las enfermedades que tenemos muchas veces según estudios se afirma que alrededor del 50% tiene origen emocional.

Es natural que el cuerpo manifesté sus desequilibrios mediante enfermedades, esa relación cuerpo-mente se refleja en actitudes conflictivas, temores, miedos o sentimientos reprimidos, alteran el organismo y su funcionamiento. Por eso, es fundamental descubrir cuál es el origen psicológico de sus dolencias y trabajar, especialmente, las emociones negativas.

El cuerpo esta preparado para recibir estrés, pero en un estado crónico se puede convertir en problemas más graves, esta carga emocional puede generar ansiedad o depresión. “También empieza a manifestarse a nivel físico, activando procesos inflamatorios, bajando las defensas o el sistema inmunológico, alteraciones en el colon, tensión muscular y dolores en la espalda o la cabeza, entre otros síntomas”,

Tenemos que aprender a vivir con nuestras emociones, buenas o malas y saberlas controlar, gestionar y comprender, aunque no las exterioricemos. Debemos saber que pueden indicar que algo no funciona bien y pensar que la enfermedad puede tener un origen emocional causado por algún tipo de sentimiento no manifestado como tal, que se proyecta en el plano físico.

Por eso, órganos como el corazón o el intestino se relacionan con la alegría que los estimula, en cambio, la agitación o el exceso de excitabilidad, el stress o la ansiedad pueden causar taquicardias, insomnio y falta de concentración.

Las personas obsesivas y que se desbordan emocionalmente suelen tener un desequilibrio cardiaco y digestivo.

El resentimiento, rabia, agresividad, cólera, indignación, irritabilidad o ira, nuestro hígado y vesícula biliar sufrirán. Las personas muy activas que se preocupan en exceso, que reaccionan con agresividad e ira de manera desproporcionada al estímulo sufrido, tendrán manifestaciones físicas relacionadas con problemas del hígado y la vesícula, que se pueden presentar en forma de malas digestiones de las grasas, dolor en costado derecho, color amarillo de la piel y manchas oscuras en cara e incluso problemas de visión.

El temor, la falta de autoestima y la timidez están asociados a los riñones, las glándulas suprarrenales y a la vejiga. El miedo o la angustia pueden dar dolor lumbar e infección urinaria. Nuestra energía se ve reducida, con una disminución del metabolismo y alteraciones de los procesos de la digestión cuando sentimos estas emociones.

La Tristeza, la melancolía y la aflicción pueden afectar al pulmón. Podemos sentir opresión en pecho, dificultad para respirar, resfriados frecuentes, asma y problemas circulatorios, incluso falta de apetito o pereza.

Para alcanzar una vida más sana o saludable, para ello es fundamental también usar terapias alternativas que pondrán en equilibrio nuestro cuerpo.